Todos nosotros de vez en cuando nos
topamos con un poema difícil. Algunas veces es el poema de un amigo o de un
familiar y algunas veces es el poema que nosotros mismos hemos escrito. Durante
muchos años, el poema difícil ha creado desasosiego tanto en los poetas como en
los lectores. Los expertos que estudian a los poemas difíciles frecuentemente
han rastreado la prevalencia moderna de este problema hasta los días tempranos
del siglo pasado, cuando un gran cantidad de dislocación social precipitó el
brote de 1912, una de las más conocidas epidemias de poesía difícil.
Pero mientras estos expertos han elaborado detalladas discusiones
históricas acerca de los poemas difíciles y aunque hay una gran cantidad de
especulación filosófica y teoría psicológica acerca de la poesía difícil,
escasean las guías prácticas para manejar la poesía difícil. Lo que puedo hacer
en este ensayo es explorar algunas de las maneras en que usted puede hacer más agradable
su experiencia con el poema difícil mediante la exploración de algunas
estrategias para hacer frente a dichos poemas.
Puede que usted se esté preguntando, ¿cómo fue que yo me interese en estos
tópicos? Permítaseme ser franco acerca de esta situación. Soy el autor de —y
lector frecuente— de poemas difíciles. Debido a esto, poseo un fuerte deseo de
ayudar a otros lectores y autores en relación con poemas duros–de–leer. Al
compartir mi experiencia de más de treinta años de trabajo con poemas difíciles,
creo que puedo ahorrarle tiempo y dolores de cabeza. Puede que incluso logre
convencerle de que algunos de los más difíciles poemas con los que pueda
toparse son capaces de proveer experiencias estéticas muy enriquecedoras, si
sabe usted cómo acercárseles.
Pero primero debemos hacer la pregunta: ¿está usted leyendo un poema difícil?
¿Cómo saberlo? He aquí cinco preguntas clave que pueden ayudarle a responder
esta interrogante:
1. ¿Le cuesta trabajo apreciar este
poema?
2. ¿El vocabulario y sintaxis del poema
le resulta duro de roer?
3.
¿Este poema le está haciendo sudar?
4. ¿Acaso el poema le hace sentir
inadecuado o estúpido como lector?
5. ¿Este poema está afectando su
imaginación?
Si ha respondido afirmativamente
cualquiera de estas preguntas, probablemente esté tratando con un poema
difícil. Pero si todavía no está seguro busque la presencia de alguno de estos
síntomas: actividad sintáctica, gramatical o intelectual alta; intensidad
lingüística elevada; irregularidades textuales; retiro inicial (el poema no
está inmediatamente disponible); escasa adaptabilidad (el poema no se presta a
ser usado en cartas amorosas, conmemoraciones, etc.); sobrecarga sensorial;
ánimo negativo.
Muchos lectores, cuando se enfrentan por vez primera con un poema difícil
se preguntan a sí mismos: “¿por qué yo?”. La primera reacción que frecuentemente
tienen es pensar que es un problema inusual que otros lectores no han
enfrentado. Así que el primer paso para manejar el poema difícil es reconocer
que se trata de un problema común que muchos otros lectores confrontan
cotidianamente. ¡Usted no está solo!
La segunda reacción de muchos lectores de poemas–difíciles es la
autoflagelación. Se preguntan: “¿qué estoy haciendo que causa que este poema sea
tan difícil?”. Así que el segundo paso para enfrentar al poema difícil es entender
que no eres responsable por la dificultad y que hay métodos efectivos para
responder al poema difícil sin caer en la frustración o el enojo. Los
escritores de poemas difíciles encaran las mismas interrogantes que los
lectores, pero para ellos estas dudas pueden ser motivo de mayor agitación. Frecuentemente
un poeta se preguntara a sí mismo, si es varón, o a sí misma, si es mujer (los
individuos transgénero también se hallan con las mismas incertidumbres): “¿por
qué mi poema se hizo así? ¿Por qué mi poema no es completamente accesible como
los poemas de Billy Collins, que nunca tienen problemas para ser comprendidos?”
Tal como los lectores de poemas difíciles, estos escritores de poemas difíciles
se deben reconciliar con el hecho de que sufren un problema común, compartido
por otros autores. Y deben reconciliarse con el hecho que no es culpa suya que
sus poemas sean más difíciles de entender que los de Billy Collins, pues
algunos poemas simplemente así son, así resultan.
Los poemas difíciles son normales. No son incoherentes, absurdos u
hostiles. Los lectores bienintencionados pueden sugerir que “algo anda mal” con
el poema. Así que adquiramos una nueva perspectiva. “Difícil” es muy diferente de
anormal. En el clima de hoy en día, con un número cada vez mayor de poemas
etiquetados como “difíciles”, es importante mantener esta distinción en mente.
Los poemas difíciles son así debido a su
confección innata. Esa
confección es su estilo construido. No son así a causa de algo que usted como
lector le haya hecho. No es su culpa.
Los poemas difíciles son duros de leer. Obviamente usted ya sabe esto, pero si
lo tiene en cuenta, entonces usted será capaz de recuperar su autoridad como
lector. ¡No permita que el poema difícil lo intimide! Frecuentemente el poema
difícil lo provocará, pero esta puede ser su manera de pedir atención.
Algunas veces, si usted le da su
atención completa al poema, su conducta provocativa cesará.
Los poemas difíciles no son populares. Esto es algo que todo poeta o escritor de
poemas difíciles debe encarar. No hay vuelta de hoja. Pero no porque un poema
no sea popular no quiere decir que carezca de valor. Los poemas impopulares pueden
tener lecturas significativas y, sobre todo, no siempre serán impopulares. Pero
incluso si el poema nunca se vuelve popular, puede que siga siendo especial
para usted, el lector. Quizá la impopularidad del poema puede que haga que
usted y el poema difícil se acerquen. Después de todo, su propia habilidad de
tener una relación íntima con el poema no es afectada por la popularidad del
poema.
Una vez que has superado el juego de culpabilizaciones —culparse a sí mismo
como lector por la dificultad o culpar al poema— se puede enfocar en la
relación. La dificultad que está teniendo con el poema podría estar sugiriendo que
hay un problema no con el lector o con el poema sino con la relación entre usted y el poema. Enfrentar estos
problemas que surgen en la relación puede ser una valiosa experiencia de
aprendizaje. ¡Suavizar las dificultades no es la solución! Aprender a experimentar
una lectura de un poema frecuentemente será más satisfactorio que meter las
dificultades debajo de la alfombra, sólo para que el polvo acumulado te salte a
la cara cuando finalmente llega la hora de limpiar el piso.
Los lectores de poemas difíciles también necesitan tener en cuenta la tendencia
a idealizar el poema accesible. Manténgase en mente que un poema puede ser
fácil porque no está diciendo nada. Y aunque puede que esto resulte en una
lectura sin perturbaciones en un inicio, puede que enmascare problemas que más
tarde aparecerán. No hay poema libre de dificultades. Algunas veces trabajar
las dificultades del poema es lo mejor que puede hacer para tener una
experiencia estética de largo plazo y que así se abra la posibilidad de muchos
encuentros futuros con el poema.
Tengo la esperanza de que esta aproximación con el poema difícil
aliviará la frustración que muchos lectores tienen cuando son desafiados por
este tipo de experiencia estética. Leer poemas, como otras experiencias en la
vida, no siempre es tan fácil como parece desde el exterior, como cuando vemos
a otros lectores felizmente dando la vuelta a las páginas de colecciones de sus
versos más amados. Muchas veces este retrato de gloria lectora no es la
historia completa; incluso esos lectores ahora sonrientes puede que hayan atravesado
experiencias difíciles cuando los conocieron por vez primera. Como mi madre
suele decir, no se puede hacer huevos con tocino sin mandar a un cerdo al
matadero.
Traducción de Heriberto Yépez.
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