miércoles, 2 de marzo de 2016

Charles Bernstein - El poema difícil


Todos nosotros de vez en cuando nos topamos con un poema difícil. Algunas veces es el poema de un amigo o de un familiar y algunas veces es el poema que nosotros mismos hemos escrito. Durante muchos años, el poema difícil ha creado desasosiego tanto en los poetas como en los lectores. Los expertos que estudian a los poemas difíciles frecuentemente han rastreado la prevalencia moderna de este problema hasta los días tempranos del siglo pasado, cuando un gran cantidad de dislocación social precipitó el brote de 1912, una de las más conocidas epidemias de poesía difícil.
     Pero mientras estos expertos han elaborado detalladas discusiones históricas acerca de los poemas difíciles y aunque hay una gran cantidad de especulación filosófica y teoría psicológica acerca de la poesía difícil, escasean las guías prácticas para manejar la poesía difícil. Lo que puedo hacer en este ensayo es explorar algunas de las maneras en que usted puede hacer más agradable su experiencia con el poema difícil mediante la exploración de algunas estrategias para hacer frente a dichos poemas.
     Puede que usted se esté preguntando, ¿cómo fue que yo me interese en estos tópicos? Permítaseme ser franco acerca de esta situación. Soy el autor de —y lector frecuente— de poemas difíciles. Debido a esto, poseo un fuerte deseo de ayudar a otros lectores y autores en relación con poemas duros–de–leer. Al compartir mi experiencia de más de treinta años de trabajo con poemas difíciles, creo que puedo ahorrarle tiempo y dolores de cabeza. Puede que incluso logre convencerle de que algunos de los más difíciles poemas con los que pueda toparse son capaces de proveer experiencias estéticas muy enriquecedoras, si sabe usted cómo acercárseles.
     Pero primero debemos hacer la pregunta: ¿está usted leyendo un poema difícil? ¿Cómo saberlo? He aquí cinco preguntas clave que pueden ayudarle a responder esta interrogante:

1. ¿Le cuesta trabajo apreciar este poema?
2. ¿El vocabulario y sintaxis del poema le resulta duro de roer?
3. ¿Este poema le está haciendo sudar?
4. ¿Acaso el poema le hace sentir inadecuado o estúpido como lector?
5. ¿Este poema está afectando su imaginación?

Si ha respondido afirmativamente cualquiera de estas preguntas, probablemente esté tratando con un poema difícil. Pero si todavía no está seguro busque la presencia de alguno de estos síntomas: actividad sintáctica, gramatical o intelectual alta; intensidad lingüística elevada; irregularidades textuales; retiro inicial (el poema no está inmediatamente disponible); escasa adaptabilidad (el poema no se presta a ser usado en cartas amorosas, conmemoraciones, etc.); sobrecarga sensorial; ánimo negativo.
   Muchos lectores, cuando se enfrentan por vez primera con un poema difícil se preguntan a sí mismos: “¿por qué yo?”. La primera reacción que frecuentemente tienen es pensar que es un problema inusual que otros lectores no han enfrentado. Así que el primer paso para manejar el poema difícil es reconocer que se trata de un problema común que muchos otros lectores confrontan cotidianamente. ¡Usted no está solo!
    La segunda reacción de muchos lectores de poemas–difíciles es la autoflagelación. Se preguntan: “¿qué estoy haciendo que causa que este poema sea tan difícil?”. Así que el segundo paso para enfrentar al poema difícil es entender que no eres responsable por la dificultad y que hay métodos efectivos para responder al poema difícil sin caer en la frustración o el enojo. Los escritores de poemas difíciles encaran las mismas interrogantes que los lectores, pero para ellos estas dudas pueden ser motivo de mayor agitación. Frecuentemente un poeta se preguntara a sí mismo, si es varón, o a sí misma, si es mujer (los individuos transgénero también se hallan con las mismas incertidumbres): “¿por qué mi poema se hizo así? ¿Por qué mi poema no es completamente accesible como los poemas de Billy Collins, que nunca tienen problemas para ser comprendidos?” Tal como los lectores de poemas difíciles, estos escritores de poemas difíciles se deben reconciliar con el hecho de que sufren un problema común, compartido por otros autores. Y deben reconciliarse con el hecho que no es culpa suya que sus poemas sean más difíciles de entender que los de Billy Collins, pues algunos poemas simplemente así son, así resultan.
  Los poemas difíciles son normales. No son incoherentes, absurdos u hostiles. Los lectores bienintencionados pueden sugerir que “algo anda mal” con el poema. Así que adquiramos una nueva perspectiva. “Difícil” es muy diferente de anormal. En el clima de hoy en día, con un número cada vez mayor de poemas etiquetados como “difíciles”, es importante mantener esta distinción en mente.
   Los poemas difíciles son así debido a su confección innata. Esa confección es su estilo construido. No son así a causa de algo que usted como lector le haya hecho. No es su culpa.
    Los poemas difíciles son duros de leer. Obviamente usted ya sabe esto, pero si lo tiene en cuenta, entonces usted será capaz de recuperar su autoridad como lector. ¡No permita que el poema difícil lo intimide! Frecuentemente el poema difícil lo provocará, pero esta puede ser su manera de pedir atención.
Algunas veces, si usted le da su atención completa al poema, su conducta provocativa cesará.
     Los poemas difíciles no son populares. Esto es algo que todo poeta o escritor de poemas difíciles debe encarar. No hay vuelta de hoja. Pero no porque un poema no sea popular no quiere decir que carezca de valor. Los poemas impopulares pueden tener lecturas significativas y, sobre todo, no siempre serán impopulares. Pero incluso si el poema nunca se vuelve popular, puede que siga siendo especial para usted, el lector. Quizá la impopularidad del poema puede que haga que usted y el poema difícil se acerquen. Después de todo, su propia habilidad de tener una relación íntima con el poema no es afectada por la popularidad del poema.
     Una vez que has superado el juego de culpabilizaciones —culparse a sí mismo como lector por la dificultad o culpar al poema— se puede enfocar en la relación. La dificultad que está teniendo con el poema podría estar sugiriendo que hay un problema no con el lector o con el poema sino con la relación entre usted y el poema. Enfrentar estos problemas que surgen en la relación puede ser una valiosa experiencia de aprendizaje. ¡Suavizar las dificultades no es la solución! Aprender a experimentar una lectura de un poema frecuentemente será más satisfactorio que meter las dificultades debajo de la alfombra, sólo para que el polvo acumulado te salte a la cara cuando finalmente llega la hora de limpiar el piso.
    Los lectores de poemas difíciles también necesitan tener en cuenta la tendencia a idealizar el poema accesible. Manténgase en mente que un poema puede ser fácil porque no está diciendo nada. Y aunque puede que esto resulte en una lectura sin perturbaciones en un inicio, puede que enmascare problemas que más tarde aparecerán. No hay poema libre de dificultades. Algunas veces trabajar las dificultades del poema es lo mejor que puede hacer para tener una experiencia estética de largo plazo y que así se abra la posibilidad de muchos encuentros futuros con el poema.
   Tengo la esperanza de que esta aproximación con el poema difícil aliviará la frustración que muchos lectores tienen cuando son desafiados por este tipo de experiencia estética. Leer poemas, como otras experiencias en la vida, no siempre es tan fácil como parece desde el exterior, como cuando vemos a otros lectores felizmente dando la vuelta a las páginas de colecciones de sus versos más amados. Muchas veces este retrato de gloria lectora no es la historia completa; incluso esos lectores ahora sonrientes puede que hayan atravesado experiencias difíciles cuando los conocieron por vez primera. Como mi madre suele decir, no se puede hacer huevos con tocino sin mandar a un cerdo al matadero.


Traducción de Heriberto Yépez.

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