viernes, 22 de enero de 2016

Wallace Stevens - Dos poemas sobre nada



EL MUÑECO DE NIEVE

Hace falta una mente de invierno
para contemplar la escarcha y las ramas
de los pinos recubiertos de nieve

y haber pasado frío mucho tiempo
para mirar los enebros cubiertos de hielo
los agrestes abetos en el brillo lejano

de este sol de enero; y no pensar
en miseria ninguna en el sonido del viento,
en el sonido de unas pocas hojas,

que es el sonido de la tierra
llena del mismo viento
que está soplando en ese mismo sitio desolado

para ese hombre que escucha entre la nieve,
ese hombre que no es nada y que contempla
nada que allí no haya y la nada que hay.




EL CURSO DE UN PARTICULAR

Hoy las hojas gritan, colgadas de ramas barridas por el viento
y con todo la nada del invierno se transforma en una cosa menor.
Todavía está llena de gélidas sombras y labrada nieve.

Las hojas gritan… Uno aguanta ahí y sin más oye el grito.
Es un grito agitado, que concierne a otra persona.
Y aunque uno dice que uno forma parte de toda cosa,

hay un conflicto, una resistencia de por medio;
y ser parte es un esfuerzo que decae:
uno siente la vida de lo que da la vida tal como es.

Las hojas gritan. No es un grito de atención divina,
ni humo a la deriva de héroes extinguidos, ni es humano el grito.
Es el grito de las hojas que no trascienden de sí mismas,

faltando fantasía, sin significar más
que están en el hallazgo final del oído, en la cosa
misma, hasta que, al fin, el grito no concierne a nadie para nada.



De "Sobre nada", en Sobre nada y otros escritos (Turner, 2015)
Traducción de "El muñeco de nieve", Julián Jiménez Heffernan.
Traducción de "El curso de un particular", Daniel Aguirre-Oteiza.

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