viernes, 31 de julio de 2015

Robert Creeley - ¿Qué es la poesía?


¿Qué es la poesía? En un diccionario que he cargado durante casi tanto tiempo como el que llevo escribiendo (The Pocket Oxford Dictionary of Current English, de Fowler and Fowler, en una “Versión nueva y aumentada, revisada por George Van Santvoord”, 1935) se dice para mi horror: “expresión elevada de un pensamiento o sentimiento elevado, esp. en forma métrica…” Si voy a un diccionario más reciente The American Heritage Dictionary of the English Language, 1969, se me dice que la poesía es “el arte o el trabajo de un poeta”, lo que equivale a darse por vencido. Así es que, todos estos años, la gente ha gritado que no estábamos escribiendo verdadera poesía, y resulta que nadie, ni uno sólo de todo ese montón, sabía, para empezar, lo que era la poesía. ¡No me extraña que hayan insistido en esas formas! No sabrían que alguien es una mujer si no tuviera puesto un vestido.
     Así que ahora inventaré la poesía, como siempre lo he hecho: una palabra después de otra, convirtiéndose en algo, como sonidos, digamos, como golpes, tum tum. Todo muy conocido. Pero, cada vez que tomo el autobús, veo realmente algo nuevo. ¿Unos ojos, posiblemente? Ciertamente un mundo que da vueltas. El verso da vueltas, y alterna al dar vueltas –que en mi libro se llaman versos, entendidos como cambios, no como estancias, fijas, determinadas. Avante entonces, múltiples hombres, también las mujeres irán con ustedes –¡buuh! Que es un poema porque yo lo digo, porque rima. Ése fue un requisito primordial durante años y años. Pero un requisito muy hermoso cuando esa rima, cuando esa congruencia de sonidos que ocurre en el tiempo con la suficiente cercanía como para resonar, hacer eco, y recordar, cuando eso nos mueve al placer y la intensidad, y se siente la cualidad física del movimiento de las palabras con una gracia que no distorsiona nada. Decir cosas –y decirlas con una articulación que imprima un carácter físico a las palabras que se han convertido–, esa es la maravilla.
       También es una maravilla cuando los ritmos que las palabras pueden encarnar mueven a un eco y a una congruencia semejantes. Es un lugar, en suma, al que uno llega, donde las palabras bailan, en verdad, informándose unas a otras, captando la atención, provocando participar.  


Fragmento de "¿Es un verdadero poema o nada más se lo inventó?"
De Lo creativo y otros ensayos (Universidad Iberoamericana, 1998).
Traducción de Patricia Gola.   


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