domingo, 8 de febrero de 2015

Inger Christensen - Cuatro fragmentos de Alfabeto


los helechos existen; y zarzamoras, zarzamoras
y bromo existen; y el hidrógeno, el hidrógeno

*

las palomas existen; los soñadores, las muñecas
los asesinos existen; las palomas, las palomas;
niebla dioxina y días; los días
existen; los días la muerte; y los poemas
existen; los poemas, los días, la muerte

*

la bomba atómica existe

Hiroshima, Nagasaki

Hiroshima 6
de agosto de 1945

Nagasaki 9
de agosto de 1945

140 000 muertos
y heridos en Hiroshima

unos 60 000
muertos y heridos en Nagasaki

cifras que permanecen inmutables
en algún lugar de un verano
lejano y normal
desde entonces los heridos
han muerto, primero muchos, la
mayoría, luego menos, pero

todos; finalmente
los hijos de los heridos,
nacidos muertos, moribundos,

muchos, siempre
algunos, finalmente
los últimos; yo estoy

en mi cocina pelando
patatas; el grifo del agua
está abierto y casi
ahoga los gritos de los niños
que juegan en el patio;

los niños gritan y casi
ahogan los gritos de los pájaros
que están en los árboles; los pájaros
cantan y casi

ahogan el susurro
de las hojas al viento;
las hojas susurran
y casi ahogan
con su silencio el cielo,

el cielo que resplandece
y la luz que casi
desde entonces se ha parecido
al fuego de la bomba atómica
un poco

*

la bomba de cobalto existe
envuelta en su capa
de isótopos de cobalto 60

cuyo periodo de semidesintegración
garantiza un efecto
extremadamente dañino

no hay más que
decir; nosotros garantizamos
que el daño será el mayor
posible; no hay más que
decir; nosotros

nos garantizamos todo o
nada; no hay más que
decir; al garantizar
que todo
puede ser transformado

en nada, perdemos
la capacidad de
pensar en nada,
en ninguna de las cosas
del mundo como nosotros

decimos, cuando nosotros
simplemente existimos; no hay más
que decir; nosotros
garantizamos

que aniquilamos
todo, destruimos
todo, de manera que
a la primera nada
la decisiva
no se le dará permiso
para escribir poesía
como escribe el viento
en aire o agua;

no hay más que
decir; matamos
más de lo que creemos
más de lo que sabemos
más de lo que sentimos;
no hay más que
decir; odiamos;
no hay más;

como un pájaro regio
en su caja de fango,
en el lodo como un gusano,
como un águila ratonera
que la tormenta ha destrozado,
como un loro gris
metido en la barcaza de algodón
de la plantación de alguien

quiero vivir de ahora en adelante;
semiahogada y embalada
una cualquiera entre
todas las palomas cansadas
del tráfico, en cuyo último
puñado de plumas el desesperado
tiempo gris de la paz
hace precipitarse al ojo

del hombre; así quiero vivir;
con mi pequeño y grato
periodo de semidesintegración en el interior
de mi corazón; así quiero morir;
me he enterado de que voy a morir,
me dije a mí misma
que voy a morir, lo he dicho
y he dado las gracias por la pena,
por el olvido, hecho; me dije
a mí misma: piensa
como un pájaro que construye su nido,
piensa como una nube, como
las raíces del abedul enano

piensa como piensa una hoja
de un árbol, como piensan la sombra y la luz
como piensa la resplandeciente corteza,
como las crisálidas debajo
de la corteza piensan, como los líquenes
sobre una piedra y un poco de madera podrida
piensan, como piensa la latharea squamaria,
como la brumosa planicie boscosa
piensa, los paúles piensan
cuando la ascensión del arcoíris
se refleja, piensa como un poco de
fango, como piensan las gotas
de lluvia, piensa como un espejo

tan de vital importancia; mira
su trono de nada
el vórtice de la tormenta de arena;
mira lo banalmente
que en el grano de arena más pequeño
una ingeniosa vida
fósil encerrada descansa
después del viaje; mira sólo
con qué tranquilidad lleva
el enjambre de comienzos
del mar primigenio; mira sólo
la sencillez de un signo
en el que como un ser

se refleja
la verdad; mira sólo
qué verdad, clemente; deja
estar las cosas; junta
las palabras, pero deja
estar las cosas; mira
con qué facilidad
encuentran refugio
detrás de una piedra; mira
con qué facilidad
se deslizan dentro
de tu oído y susurran

a la muerte que se vaya

De Alfabeto (Sexto Piso, 2014)
Traducción de Francisco J. Uriz


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