miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cinco poemas de Tomaž Šalamun


Con mi lengua,
como un entregado
perro fiel, Te lamo
la cabeza dorada,
lector.
Mi amor
Es terrible.


No me gustan las cerezas negras en el árbol.
¿Quién ha frotado de hollín la osa?
Un feto, un maxilar roto, falta un trozo del esófago.
Me gustaría ser lluvia que lava el tejado.
Me gustaría que me ardiera todo el pelo para quedarme calvo.
Morí cuando me quité los zapatos.
La hiedra me ha cubierto como a un castillo.
Dentro todavía tengo tiza; fuera, una pequeña cartera amarilla.
Se balancea en mis manos como un santo ahorcado
en el árbol – aquella cereza.


ANDRAž Y Tomaž Šalamun

Andraž y Tomaž Šalamun.
Están sentados en sillones verdes,
ambos terribles comerciantes del esto.
(Pensaba escribir del este,
pero me he equivocado al teclear).
Él con su locura,
yo con mi Cristo.
Ambos miramos el humo.

Yeah, I fuck his brain.
Él ama a mi Cresta.
(Pensaba escribir
a mi Cristo,
me he equivocado al teclear,
palabra de honor en ambos
casos).
The same, mum!


CARTAS A MI MUJER

I

Seré fusilado un
Día
que será
compacto y
fresco.

II

Say hello to Darko if he comes around.
Yo soy vuestro hijo.
Yo soy tu
sol negro.

III

Observo a una hembra que
mira
enajenada.
Fuma furiosamente un cigarrillo.

IV

Una mariquita gana
un patchwork por cada
punto negro y
rojo.

V

La tribu
del Libro roe los huesos en gelatina y
mermelada.
La naturaleza va
en dirección contraria.

VI

Es con el fascismo y con la muerte con los que soy más benévolo.
Si fuera
Hitler, habría
hecho rebanadas de Eva Braun.
Una de las primeras
fotografías de él siempre me llena
de alegría.
Esquiando, en los Alpes,
con una gorra verde con goma.
Las cenizas puestas a cocción piadosamente,
se siguen elevando
hacia el cielo.

VII

En mi opinión
las tortugas
viven tanto
tiempo porque no distinguen
los colores.

VIII

Morir sobre una piel.
Mirar las montañas por la ventana.
Cortar en carne y sangre lo que lleva el viento.
Este es mi tiempo.

IX

En las bellas formas se esconde
una herida.
Los arroyos y los campos están
en tablas.
En aquél entonces no había
puentes de hormigón armado. Si
el corazón no mira hacia afuera
de los arcos, no mira
a ningún sitio.
Los estigmas son domesticación
y olvido.


INSECTOS, PÁJAROS

Noto
la mano de dios en mi nuca.
¡Quién osa aplastar mi cabeza!
Miro
a una avispa muerta.
Está en un papel blanco, bajo una inscripción
negra: llamar a Junoš.
Imprime este gesto vacío en mí. Imprímelo.
Dios es el vacío.
Su cabeza, un tumor de carne pestilente
de un semental. Le ha caído a un lobo en la nieve.

Qué quieres
gaviota, ¡vuelve al río Hudson!
No rasgues mi cuerpo con relámpagos.
¡Ventana! No me mires fijamente.
He oído que tienes
las manos blancas,
señor del Vacío.
Nunca las he visto.



De Balada para Metka Krašovec (Vaso Roto, 2013)
Traducción de Xavier Farré


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