jueves, 18 de abril de 2013

Luis Chaves - Monumentos Ecuestres (una letanía)


Fotos mal enfocadas
frente a monumentos ecuestres.
La bruma de la droga,
anécdotas de bajo impacto
y pasajes de películas mal dobladas
Con esto llegamos a los 40,
no seamos malagradecidos,
podría ser peor.
**
Aquel año terminando
en el mes de los pericos
que a nadie dejaban dormir
con sus chillidos dementes.
Fecha cuando bajamos los brazos
creyendo que los subíamos.
**
Un brazo, el fragmento de un brazo
congelado en el borde izquierdo:
la foto donde posamos como turistas
en la ciudad más fea del mundo.
La extremidad salida de cuadro
avanzando hacia un destino
sin valor para la Historia.
Esa foto,
la mecánica de la sonrisa activada
por la señal del desconocido que la tomó.
**
La poesía es la voz del recuerdo.
Aquí, sin embargo, se habla del futuro.
No del abstracto, no de la posteridad:
en media hora saldremos de esta oficina
conscientes de que el mes entrante,
como los últimos cuarenta y nueve,
tampoco podremos renunciar.
**
Para no pensar en lo inminente
especulemos sobre el destino
del compañero de primaria
que forraba sus cuadernos de rosado.
O seamos prácticos
y calculemos los impuestos.
**
Dios guarde, piensa.
Diusguardi, dice.
**
Cada cuatro meses,
cual chequeo técnico,
mamá pregunta si soy gay.
**
Hijo (abandonando la mesa): Nos vemos mañana
Madre (entre dientes): Si Dios quiere.
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Vacaciones del 91,
turno vespertino
digitando el catálogo
de copias piratas.
El exorcista en repeat por semanas
hasta aprender de memoria los diálogos
de los que, 15 años después, nada queda.
El ejercicio inútil
de unas vacaciones.
La crisis de los 40
a los 22.
**
La maleza crece
cuando dejamos de mirar.
Los años se acumulan
mientras nos ocupamos de la maleza.
Aprender esto nos tomó
más tiempo del que hubiéramos querido.
**
– “Nos vemos mañana”.
– “Dios primero”, me corrige.
**
Del sol, otra vez superado
por rotación y traslación,
quedan escasos minutos de luz naranja
favoreciendo las siluetas
de los viejos inmóviles del parque.
Es así o es lo que veo a través
del filtro atenuante
de 10 mg de clonazepán.
**
La bruma de la droga,
anécdotas de bajo impacto
y pasajes de películas mal dobladas.
A esa hora de la mañana
en que a los travestis
les crece la barba.
**
Vicios que explican la mirada vidriosa
de quien vio al otro que,
en una zona libre de la mesa,
ocupada por electrodomésticos robados,
planchaba primero billetes viejos
para después, minucioso,
restaurarlos con cinta scotch.
**
Jorge (jardinero) poda la maleza.
–Nos vemos mañana.
–Que Dios lo acompañe.
**
Casa de los padres
un domingo de gordura
(pantalón desabotonado),
toda idea es pecado capital
en el sofá frente a la tele.
Pasan la peli de uno
con corazón de mandril.
O eso, desde niño, le hicieron creer.
El músculo débil
sustituido por una fantasía.
**
Entregado a la interrupción,
escribe esto:
“sobre el bar donde hubo alegría
construyeron la catedral
de todo lo que no me pertenece”.
**
Entregado a la interrupción
recita esto:
“Kyrie, rex genitor ingenite,
vera essentia, eleyson”.
**
Antes me preocupaba la muerte,
ahora el sobrepeso.
El cerebro: órgano autónomo
seducido por la frivolidad.
**
Dato estadístico:
“tengo fotos que antes tuvimos”.
Un corazón débil. Sin fantasía.
**
Años y años,
horas y horas
dedicadas a ejercitar el cerebro
que responde sólo a lo superficial.
Un órgano autónomo
dicta el dolor
—no metafórico— de corazón.
**
En mi cabeza hay una persona diminuta que pica piedras, también un cojo que arrastra su pierna muerta por la arena del Pacífico y la huella que va dejando parece la escritura de uno que te hizo daño, y las olas vienen y la borran.
**
Conversaciones en las que no puede participar.
Pilas de libros pendientes.
Llaveros con focos inútiles.
El camino de hormigas parece una grieta en la pared.
Escribir en el propio antebrazo con el borde filoso de la uña cortada a diente.
Súper: arroz, mostaza, pasta de dientes, cinta scotch, acetaminofén.
Jorge (jardinero): 224 5678
Súper: sal.
Conversaciones en las que no puede participar.
**
Fotos mal centradas
frente a monumentos ecuestres.
El brazo de León Cortés,
la sombra del brazo de León Cortés,
sobre nuestra biología de 30 años.
Todo, menos los extras de atrás,
parece un montaje en Photoshop.
**
Los hijos de la Segunda República
reprodujéronse a lo que venga,
alimentaron a estos que se afeitan
la cabeza, el pecho, las axilas.
Secretamente saben que es el 2 de agosto
el Día de la Independencia.
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Cada cuatro meses,
cual inspector fiscal,
la madre pregunta si es adicto.
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Diusgaurdi, piensa.
Diusguardi, dice.
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Fotos mal enfocadas,
fotos de la gente
que consume ansiolíticos
envueltos en papel de golosina
mientras ve películas mal dobladas.
Una tarde, un cine de provincia,
tanda para desempleados.
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Tengo esas fotos que antes tuvimos.
Si superponemos los rostros
aparece Linda Blair,
aparece aquel travesti
que conocemos desde la primaria.
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En el lugar del corazón,
una piedra con la forma
de la Virgen criolla
que nos liberó de los españoles,
de tu mamá, tus hermanos, del sobrepeso,
de comprender el misterio de la Trinidad.
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En la orilla del Pacífico
mirábamos atentos el fuego
como si fuera un tele inteligente.
Los brillos del gel en tu cabeza
eran estrellas mortales, diminutas,
extinguiéndose.
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Podría ser peor,
así llegamos a los 40.
Pronto se despejará la bruma,
Dios mediante,
para tomarnos la foto de grupo, de país,
para empezar donde se detuvo el cojo.
**
Fotos mal centradas
cada cuatro meses,
billetes defectuosos
en el bolsillo del pantalón,
el sol visto desde un planeta plano,
los pericos de aquel mes
cuando bajamos los brazos
creyendo que los subíamos.


De
Monumentos Ecuestres (Editorial Germinal, 2011)

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