sábado, 23 de febrero de 2013

Anne Carson - Carne roja



CARNE ROJA: FRAGMENTOS DE ESTESÍCORO



I. Gerión

Gerión era un monstruo todo en él era rojo
emergía de las cobijas su hocico en la mañana era rojo
cuán tieso era el paisaje rojo donde su ganado se iba raspando contra
los cascos en el viento rojo
se fue hundiendo en la jalea, alba roja, del sueño
de Gerión

El sueño de Gerión comenzó rojo luego se escapó del barril y corrió
vela arriba rota plata se lanzó por sus raíces como un cachorro

Cachorro secreto En la franja delantera de otro día rojo



XV. Todo lo que se sabe de Gerión

Le encantaban los relámpagos Vivía en una isla Su madre era
ninfa de un río que desembocaba en el mar Su padre era una herramienta
cortante de oro Los antiguos escolios dicen que Estesícoro dice que
Gerión tenía seis manos y seis pies y alas Era rojo y
su extraño ganado rojo provocaba envidia Heracles vino y
lo mató por su ganado

Al perro también



II. Mientras tanto Él llegó

Por los cerros de sal era Él
Sabía del oro en la casa
Había avistado ya el rojo humo por encima de las espadañas rojas



XI. Cierto

¿Hay muchos niños que se consideran
monstruos? Pero en mi caso sé que es cierto le dijo Gerión al
perro estaban sentados en el risco El perro lo miró
con alegría



III. Los padres de Gerión

Si insistes en usar tu máscara a la mesa mientras cenamos
pues Buenas noches Entonces dijeron y lo forzaron a subir
por la hemorragia de la escalera hacia los ardientes Brazos secos
hacia el tictac del taxi rojo y su íncubo
No quiero irme quiero quedarme Abajo y leer



X. Educación

En esa época la policía era débil La familia fuerte
De la mano el primer día la madre de Gerión lo llevó
a la escuela Le acicaló sus alitas rojas y lo lanzó
por la entrada



VI. Mientras tanto en el cielo

Atenea miraba por el piso
del barco con fondo de vidrio Atenea señaló
Zeus miró Él



IV. Empieza la muerte de Gerión

Gerión caminó por la roja llanura de su mente y respondió No
fue asesinato Y desecho al ver a su rebaño tendido
Todos tan amados dijo Gerión Y ahora me toca a mí



XIII. El mazo asesino de Heracles

El perrito rojo no lo vio lo sintió Todos los hechos
contienen uno solo



XII. Alas

Desciende de un cielo rasgado de marzo y se sumerge
en la ciega mañana atlántica Un perrito
rojo que brinca por la playa kilómetros abajo
como una sombra liberada



IX. El expediente de guerra de Gerión

Recostado en la tierra Gerión se tapaba los oídos El sonido
de los caballos era el de rosas que se queman vivas



XIV. La flecha de Heracles

Flecha significa matar Partió el cráneo de Gerión como un peine Hizo
que el cuello infantil se inclinara En un extraño ángulo lento de lado como
cuando una amapola se humilla ante un latigazo de brisa desnuda



XVI. El final de Gerión

El mundo rojo Y las rojas brisas correspondientes
Perduraron No así Gerión



De Autobiografía de Rojo (Editorial Calamus, 2009)
Traducción de Tedi López Mills

viernes, 1 de febrero de 2013

Algunos sueños - Walter Benjamin




Los ruidos en mi habitación siempre me han hecho sufrir sobremanera. Pero ayer por la noche, lo reflejaron mis sueños. Me encontraba ante un mapa y, al mismo tiempo, en el lugar que éste representaba. El terreno presentaba un triste aspecto, tremendamente inhóspito; no podría decir si su desolación era la de los desiertos rocosos o la del vacío fondo gris del mapa, sólo poblado por letras. Unas que describían una curva, como siguiendo la línea de una cadena montañosa; las palabras que se formaban se hallaban separadas unas de otras, unas veces más y otras menos. Sabía, o me di cuenta, que me encontraba en el laberinto del oído. Pero el mapa era, al tiempo, el del infierno.




CERRADO POR REFORMA

Me quité la vida en sueños con una escopeta. Tras dispararme, no me desperté, sino que por un tiempo me vi yacer ahí como un cadáver. Sólo entonces, al fin, desperté.




UNA VEZ MÁS

Soñé que me encontraba nuevamente en el albergue escolar Haubinda, donde me había criado. La escuela se encontraba a mis espaldas, e iba solo por el bosque camino de Streufdorf. Pero ya no existía el sitio donde el bosque terminaba y empezaba el llano donde se desplegaba aquel paisaje —el pueblo y la cima de Straufhain—, y cuando, después de ascender nuevamente, me hallaba sobre un monte no muy alto, vi que del lado opuesto se cortaba casi en vertical, y desde la loma, que iba encogiendo mientras descendía, yo veía el paisaje a través de un óvalo de fronda como en un viejo marco de ébano negro. No se parecía al que suponía. Junto a un gran río azulado estaba Schleusingen, que sin duda se encuentra lejos de allí, más yo no lo sabía: ¿es Schleusingen o Gleicherwiesen? Todo estaba bañado en colores acuosos, pero sin embargo dominaba un negro denso y húmedo, tal como si fuese la imagen del campo, solamente en sueños duramente labrado, donde se hubieran sembrado las semillas para toda mi vida posterior.


   

EL AMANTE

Andaba con mi novia por ahí; íbamos realizando juntamente algo a medio camino entre una escalada y un paseo, y ahora estábamos cerca de la cumbre. Extrañamente, pensaba que esa cumbre era un palo largo que ascendía hacia el cielo, sobresaliendo bastante por encima de la pared de roca. Pero cuando llegamos allí arriba, vi que no se trataba de una cumbre, sino de una meseta atravesada por una ancha carretera, ceñida de altas casas a ambos lados. Ya no íbamos a pie sino en coche, justamente sentados en el asiento trasero, según creo ahora recordar; y es posible que el coche cambiara alguna vez de dirección mientras fuimos en él. Me incliné hacia mi amada para besarla, pero ella entonces no me ofreció su boca, sino solamente su mejilla. Mientras la besaba me di cuenta de que era una mejilla de marfil, longitudinalmente atravesada por unos surcos negros que me impresionaron por lo bellos.




EL CRONISTA

El emperador va a ser juzgado. Pero hay sólo un estrado y una silla, y ahí justo ante ella van interrogando a los testigos. El testigo era ahora justamente una mujer con su hija que iba explicando que el emperador la había arruinado con su guerra. Para corroborarlo mostró dos objetos, que eran ya todo lo que le quedaba. El primer objeto era una escoba con un rabo muy largo; con ella limpiaba su casa la mujer. El segundo era una calavera. «El emperador me ha hecho tan pobre —dijo ella de pronto— que no tengo otro recipiente en el que pueda darle de beber a mi hija».  




De Sueños (Abada editores, 2011)
Traducción de Juan Barja y Joaquín Chamorro Mielke